SIGLO XVIII:
En el siglo XVIII -la época del
Rococó- continuó la primacía francesa, donde en 1713 se creó la Escuela de
Ballet de la Ópera de París, la primera academia de danza.
Se empezaron a
escribir obras musicales solo para ballet, a nivel popular, el baile de moda
fue el vals.
NEOCLASICISMO:
Durante el neoclasicismo el
ballet experimentó un gran desarrollo, sobre todo gracias al aporte teórico del
coreógrafo Jean-Georges Noverre y su ballet
d'action, que destacaba el sentimiento sobre la rigidez gestual del baile
académico.
Se buscó un mayor naturalismo y una mejor compenetración de música y
drama, hecho perceptible en las obras del compositor Christoph Willibald Gluck,
que eliminó muchos convencionalismos de la danza barroca.
Otro coreógrafo
relevante fue Salvatore Viganò, que dio mayor vitalidad al «cuerpo de ballet»,
el conjunto que acompaña a los bailarines protagonistas, que cobró
independencia respecto de estos.
Romanticismo:
La danza romántica recuperó el
gusto por los bailes populares, las danzas folklóricas, muchas de las cuales
sacó del olvido. Surgió el clásico vestuario de ballet (el tutú).
Se empezó a componer música puramente para
ballet. También se introdujo el baile
sobre las puntas de los pies, en el que destacaron Marie Taglioni y Fanny
Elssler. En bailes populares, continuó la moda del vals, y aparecieron la
mazurca y la polca.
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